jueves, 13 de diciembre de 2007

Poemas Negros y Absolutos II


A mi musa sempiterna.....

I

Hablas desde las sombras, amada mía...
Entre los espectros que deambulan por la cornisa,
tus ojos profundos me provocan,
lanzándome al precipicio...

¡Oh!, dulce muerte... de los Ángeles danzantes,
deslizad tu cuchillo por mi cuello,
la cabeza del toro esta en el suelo,
para que los perros se agasajen con los restos.

El Amar es la pregunta eterna,
que condena a los incautos,
a quienes veo desde el fondo,
ahogados en el fracaso...

Es así amada mía aunque el siempre no existiese,
en tus ojos profundos, yo él maldito me marchíte,
como aquellos meses fríos del año,
que entumecen nuestros labios...

II

La virginidad... el non plus ultra,
la alegoría a mis pecados,
cual dulce mofa de los mercados,
derrochando las más crueles insensatecez.

Es mi llanto y mi anatema, contradicciones innegables,
caigo dormido en tu regazo,
moribundo por los excesos
Y vuestro lascivo encanto.

Risas vienen a mi locura...
retorcidas y violentas, perfume puro a inclemencia.
Entierra tus uñas sobre mi carne,
profáname serenamente con tu insolencia.

Toma mi piel y vístela; muérdela y desgárrala,
mis deseos, mis visiones... mi pasado,
tócame hoy y hazme prosaico,
en este claustro endemoniado.

III

Duermo boca abajo... con un ojo entrecerrado,
mis brazos están muertos, por lo grueso de mi pasado...
acaríciame, musa eterna,
dejándome morir a tu lado.

Sueño en campos verdes y azules,
el delicioso encanto de lo aciago,
te veo venir sobre los árboles... sola danzando,
arrúllame, musa eterna con tus dedos afilados.

La condición mas pura, libre de malicia...
De lo nefasto y de lo humano,
arrancas una hoja con tus labios,
para abrigar a este profano...

Deliciosos sueños contigo amada mía,
de mis tercetos sofocados,
acaríciame musa eterna,
este primer mes a tu lado.

IV

Fingir juventud fue extraño...
Cuando los colores te los han narrado,
las virtudes son un dibujo,
triste, vago y equivocado...

Anduve por las sendas blancas,
que a los caminos negros han cambiado,
mas son solo tristes grises,
los que bendicen a este espantajo...

Escuche un ave marcharse al sonar el tejado,
por la rendija vi el verde, los colores del encanto,
sobre las maquinas y cacharros,
de los espíritus oxidados.

Vi tu alma en rojo e inclemente anaranjado,
de las frutas arrancadas por los pájaros,
las pasiones, los delirios tus mayores tysanos,
eres tu musa eterna el llanto azul de mis lagos.


Rafael D. García P./Nocturnidae
14/12/04
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