Soñé con el despertar de la ceguera,
mientras observaba las calles de mi ciudad,
Siempre muy furiosa tú, mi aporreada Caracas, entre gritos y
cornetas…
Tropecé con la luna y fue como un disparo sobre mi cabeza,
con un arcoíris multicolor incendiándose,
Lleno de mariposas amarillas fuera de época…
Una taza de café frio y un millar de canciones perdidas,
Son la esencia de mis noches tibiamente vacías,
Una llamada cálida para despedirme y cerrar los ojos santiguándome
en mis delirios…
En el suelo hallé dos abejas muertas, quienes errando la
noche atinaron con mi morada,
Perfumadas por el ámbar en un tránsito entre las mil
botellas del boticario…
Eucalipto, verbena y nuez,
treinta y tantos saltos en el océano aparente y de concentración
constante
Una dosis estándar para
cada dolor real o infundado…
Nocturnidae
21/09/14