Debo reconocer que soy
intransigente, detesto la burocracia, la ineficiencia y la majadería, así mismo
como a cualquier alma innoble que en el interior de su viveza “cree” estar
burlando el sistema en beneficio propio y en perjuicio del semejante. Estudio las
formas y los rostros frenéticamente, porque he llegado a concluir que existe un
patrón pérfido y repetido permanentemente entre estas gentes. No avalo un
sistema en particular pero en definitiva estoy convencido, de que estos
terminan algunas veces probando ser justos y necesarios para trazar caminos y pavimentarlos de
cultura y progreso, siendo de esta manera lógico pensar que aquel que confiere
mas prosperidad individual es idóneamente
el mas efectivo. Analizo las doctrinas que pretenden igualarnos y fácilmente deduzco
que son metáforas irrealizables porque simplemente la biología jamás se
equivoca y difícilmente seremos efectivamente iguales... evalúo la necesidad de
discernimiento continua, como la única fuente segura de libertades. Puesto que
no comparto la idea de libertad e igualdad libre de análisis. También pienso en
la magnitud de los cambios que inducimos como individualidades y los entiendo fútiles,
sin embargo tampoco apoyo las decisiones engendradas en el seno de una mayoría
de composición homogénea, donde la suposición de semejanza termina retorciendo la
concepción de las necesidades individuales, porque después de todo ¿quien puede
determinar cuales son los máximos niveles de realización sobre estas?. No soy de naturaleza esclavista pero reconozco
que muchos debieran terminar azotados, porque entiendo que es la única cosa que
logra encausar a quines se burlan del sentido común y menosprecian la inteligencia.
Así concibo finalmente el hecho de una
verdadera fraternidad, para aquellos que disciernen, que piensan, que trabajan
y que sencillamente no pueden (ni deben) pretender ser iguales a las masas.
Nocturnidae