De madrugada las estrellas son brillantes,
aunque en el fondo lloran…
Las miradas son felices y los corazones rozagantes.
Un preámbulo o solo un sueño,
cada vez que canta el ruiseñor,
se cae a pedazos el tejado…
Mis cenizas y tus ojos en blanco...
Sonidos muy negros que despiertan al durmiente,
que se encuentra como un tonto, en latencia...
Ahora postrado y solo,
Con sus sueños…
En el caladazo, inútilmente mutilados.
¡Rompe este amuleto!
Destruye mi recuerdo y el de ambos,
deja caer los cristales de la cornisa...
A su llamado el tonto siempre corre,
En mortales saltos precipitados...
Cayendo de rodillas, sucumbiendo a las banalidades.
Te absuelvo, ahora es tu turno...
Voltea tus párpados al infinito,
Para que finalmente exhales dormida el último de mis cantos.
04/01/07
Rafael D. García P.
Nocturnidae
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