miércoles, 28 de noviembre de 2007

Agujas, Hojas y Payasos...



Ciertamente comenzó el festín, las bebidas, los guisos, pavos, frutas y ensaladas, en fin toda esa parafernalia típica de nuestras alegres pascuas. La gente ataviada con sus mejores maneras, su elegancia, pintoresca alegría y estupideces... Frente a la mesa observo y saludo facialmente a quienes degustan todos los tonos de vanidad, los colores de sus fantasías, sus disfraces. Conversaba con una dama poco ataviada, de hecho bastante atípica dentro del color de gala general, ella de cierta forma tenia algo interesante ya que hablaba en un tono prosaico acerca de la vida, sus viajes, sus hazañas y sus intelectualidades. Sin lugar a duda un buen disfraz de Pierrot, si exactamente eso era un Pierrot con esa cómica miseria de cuadros blancos y negros, riendo sutilmente con una lagrima de pintura y una borla de insensatez. Realmente me fastidie y aludí a la característica frase salvadora de toda ocasión, he huido así siempre.Durante la media noche, perdón la noche buena observe con regocijo al ebrio de turno rememorando los viejos diciembres, hermanazo, amigo mío, mi Pana!..., mucho mas grato y a la vez mas gastado que el Pierrot.... Rey de los arlequines, cada color un matiz de amistad y un llanto circunstancial que termina en un abrazo-estrangulamiento. Sin embargo un eflujo de memoria prodigiosa, que resulta punzante sobre cada recuerdo insulso, cuya hilarancia desgraciadamente hemos olvidado. Después de todo aun seguimos tan descalzos y las hojas aun no han cubierto los cristales.Soñaba, cantaba y gritaba junto a los azules remolinos que me rodean, figuras me envuelven y aun sigo en el mismo punto donde comencé, una mano viene en mi auxilio y rezonga algo en este instante incomprensible.En mi letargo escucho las cientos de voces que merman en el espiral del tiempo, solo espero poder recordarlas junto con sus evocaciones cuando despierte.Al amanecer, en mi embriaguez, no podía escapar de aquella aparición que retornaba con la luz del alba, terrible, implacable y súper ridícula. Era un espejismo, estaba frente al mas siniestro de los titiriteros, rodeados de marionetas tan lúgubres como el mismo, se encontraba junto a mi esposa y a mis hijos, tenia mi traje y mi corbata y con su mirada no me dejaba moverme del asiento.


Rafael D. García P.

18/12/97

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