Puedo provocar
huracanes con palabras vacías, elementos
razonables pero inconexos que giran arrancando los techos rojos de las casas, desnudando
con mi paso todos los paradigmas. Puedo yacer en silencio, convertirme en
piedra, para tropezar a los transeúntes, quienes al caer abrirían nuevos y
verdes senderos, dejando correr el agua de la lluvia sobre las raíces. Podría
ser el fuego que todo lo arrasa, dejando un trazo negro donde el salpicar de las brazas incendiaria
los vestigios del pasado...
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